CAPÍTULO 4: LA CLASE SE VA DE EXCURSIÓN (PARTE 2)


La dueña de la granja escuela les enseñó la finca a los maestros que iban. Mientras caminaban de un lado a otro observando cómo trabajan los niños y las niñas en los diferentes talleres, escuchaban algunos cantos de sirena; “Hola, maestro/a”, “Mira maestro/a”, “Adiós, maestro/a”. Cuando llegó la hora del desayuno, hicieron un intento de foto grupal, aunque la organización llevó su tiempo. Álvaro fue el encargado de ayudar al maestro Javier.

-¡Veniiiiiiddd! ¡Qué nos vamos a hacer una fotooooo! –gritaba Álvaro.

Tras el desayuno, vuelta  a los talleres con las monitoras. Y en ese momento, la tendencia fue el pedirle una foto al maestro. Desde dieciocho lugares diferentes, a la misma vez. El maestro Javier se acercó al autobús para observar si estaba el chófer.

-Jose, ¿te queda algún paracetamol?- preguntó el maestro Javier.

-Que va Javier. Me he tomado los cuatro que traía en el camino de ida. Está gente son demasiado, ¿eh?. Estoy llamando a la empresa por si puede venir un compañero a sustituirme.-replicó Jose.

-Vaya tela. Intenta descansar un rato ahí – agregó el maestro Javier.

Llegó la hora del almuerzo y después continuaron con las actividades que les quedaban por realizar. Mientras el maestro Javier conversaba de nuevo con el chófer para preguntarle sobre su estado de salud, se escuchaba de fondo a Marina:

-¡Maestroooooo, ven a echarme una foto ahora con los caballoooosss! - gritaba ella.

-¡Voooooyyyyyy! - replicaba el maestro.

Poco antes de las cinco de la tarde, la excursión llegaba a su fin. Visita al baño, foto final y de vuelta al autobús. Después de cerca de ocho horas de excursión, los niños y las niñas de tercero estarían cansados y echarían un viaje tranquilo de vuelta en el autobús. ¡JA!

Misma tónica que en la ida pero con más fuerza aún. Había que darlo todo en el camino de vuelta. Ya no había nada que reservar para más tarde. Himnos, cánticos, gritos, el famoso Lagoh, y un invitado especial, el Burger King. Las fuerzas flaqueaban y cada vez que veían uno se les iluminaban los ojos.

Cerca de las seis de la tarde, el autobús entraba en Utrera y ya sí que los niños y las niñas de tercero estaban rendidos… ¡JA! Último sprint. Tenían que dejar el poco aliento que les quedaba:

-¡Los niños de mi clase son los más pesados, son los más pesados, son los más pesados! ¡Los niños de mi clase son los más pesados, son los más pesados, son los más pesados! – cantaban todos.

Los decibelios aumentaban conforme se acercaba el colegio e incluso estuvieron a punto de volcar debido a los enormes zumbidos que salían de aquel vehículo. El chófer, llorando de alegría, aparcó el autobús junto a la estación de trenes. “Suerte, amigo”, fueron sus últimas palabras tras darle un enorme abrazo al maestro. La excursión había llegado a su fin. Los niños y las niñas de tercero se marchaban a casa tras un magnífico día. Un día más, un día menos.

#TODOSALDRÁBIEN #QUÉDATEENCASA #UNDÍAMENOSPARAVERNOS

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